Romanos 12:2 (NTV) No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta.
La voluntad de Dios es el mejor camino para nuestra vida. Él tiene un propósito y un plan diseñado específicamente para cada uno de nosotros. Sin embargo, también nos da la libertad de elegir si caminamos en Su voluntad o seguimos nuestros propios deseos. Hoy reflexionaremos en cómo conocer, obedecer y rendirnos a Su voluntad.
La voluntad de Dios es nuestra Salvación;
Jesús dejó claro que la voluntad del Padre es que todo aquel que cree en Él tenga vida eterna (Juan 6:40). Dios desea que todos lleguemos al conocimiento de la verdad y seamos salvos (1 Timoteo 2:4). ¿Estás caminando en la seguridad de tu salvación? Asegúrate de poner tu fe en Cristo y vivir en comunión con Él.
La voluntad de Dios es Nuestra Santificación;
1 Tesalonicenses 4:3 nos dice que la voluntad de Dios es nuestra santificación, apartándonos de la inmoralidad. Ser santos no significa ser perfectos, sino apartarnos para el uso exclusivo de Dios. Cada día debemos buscar vivir en obediencia y pureza, permitiendo que Su Espíritu nos transforme.
La Voluntad de Dios es Nuestra Gratitud:
1 Tesalonicenses 5:18 nos exhorta: "Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". Cuando vivimos en gratitud, reconocemos que Dios está en control y que todo lo que sucede tiene un propósito. Aun en tiempos difíciles, nuestra confianza debe estar en Él.
Conocer Su Voluntad Requiere Transformación:
Para conocer la voluntad de Dios, debemos renovar nuestra mente (Romanos 12:2). Esto implica dejar de conformarnos a los valores del mundo y permitir que Su Palabra cambie nuestra forma de pensar. ¿Qué áreas de tu vida necesitan ser renovadas para alinearse con la voluntad de Dios?
Rendir Nuestra Voluntad a Dios
Jesús nos dio el mayor ejemplo de rendición en el Getsemaní cuando oró: "Padre, si es posible, pasa de mí esta copa; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya" (Marcos 14:36). Rendir nuestra voluntad a Dios puede ser difícil, pero es el camino a la paz y al cumplimiento de Su propósito.
Señor, hoy rindo mi voluntad a Ti. Ayúdame a conocer y caminar en Tu voluntad, a confiar en que Tus planes son mejores que los míos. Transforma mi mente, guíame en el camino de la santidad y enséñame a vivir con gratitud. Que cada día pueda decir: "Hágase Tu voluntad y no la mía". En el nombre de Jesús, Amén.
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