Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Santiago 1:22
Imagínate un estudiante en la escuela que asiste a todas las clases, toma apuntes y escucha atentamente a su maestro, pero nunca pone en práctica lo que aprende. ¿Crees que realmente está aprendiendo? De la misma manera, en nuestra vida cristiana, escuchar la Palabra de Dios sin aplicarla es como mirar un espejo y olvidar lo que vimos (Santiago 1:23-24). Jesús nos enseñó que no todo el que dice "Señor, Señor" entrará en el Reino de los cielos, sino aquellos que hacen la voluntad del Padre (Mateo 7:21). No basta con conocer la Biblia; debemos vivirla cada día. Dios nos llama a poner en práctica Su Palabra en cada aspecto de nuestra vida:
En primer lugar el Perdón, ¿Hay alguien a quien necesitas perdonar hoy? Jesús nos enseñó que el perdón no es una opción, sino un mandato (Mateo 6:14-15). Amor, Amar a los amigos es fácil, pero ¿qué hay de aquellos que nos han hecho daño? Jesús dijo: “Amad a vuestros enemigos” (Mateo 5:44). Obediencia, La obediencia a Dios trae bendición y firmeza espiritual. Como la casa edificada sobre la roca, cuando practicamos Su Palabra, permanecemos firmes en las pruebas (Mateo 7:24-25). Renovación, No podemos vivir como el mundo. Nuestra mente debe ser transformada por la Palabra de Dios (Romanos 12:2). Intimidad con Dios No basta con asistir a la iglesia los domingos. Necesitamos orar, ayunar y buscar a Dios diariamente.
Cuando somos hacedores de la Palabra, Dios nos promete firmeza y prosperidad en todo lo que hagamos:
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.— Josué 1:8
Señor, hoy me comprometo a no solo escuchar Tu Palabra, sino a vivirla cada día. Ayúdame a perdonar, a amar, a obedecerte y a caminar en Tu voluntad. Quiero ser un hacedor de Tu Palabra y reflejar Tu luz en este mundo. En el nombre de Jesús, amén.
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