Hay una verdad que todos los hijos de Dios debemos entender desde el comienzo de nuestro caminar con Cristo: la fe es un proceso. No es un punto de llegada, sino un camino que se transita, una carrera que se corre, una vida que se vive. La fe no es simplemente creer en algo una vez. Es confiar, obedecer, esperar, rendirse y perseverar una y otra vez, a lo largo del tiempo.
En Filipenses 1:6, el apóstol Pablo dice con convicción:Estoy persuadido de esto: que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.”
Esto significa que Dios no deja cosas a medias. Lo que comenzó en ti, Él lo piensa llevar a su cumplimiento. Pero para que esa obra llegue a su plenitud, hay un proceso, y ese proceso es necesario.
En el relato de Eliseo siguiendo a Elías en 2 Reyes 2, se revela una figura profética del proceso de crecimiento en la fe. Cada lugar que atravesaron simboliza una etapa en el desarrollo espiritual de todo creyente:
1. Gilgal – El Comienzo del Pacto
Gilgal representa el punto de partida. Es el lugar donde el pueblo de Israel fue circuncidado, un símbolo de consagración y del nuevo pacto. Para nosotros, es cuando aceptamos a Jesús y comenzamos una nueva vida. Es una fe sencilla, pero genuina. Muchos se quedan en Gilgal, conformes con solo haber sido salvos. Pero el llamado de Dios es avanzar.
2. Betel – Lugar de Intimidad
Betel significa "Casa de Dios". Aquí es donde Jacob tuvo un encuentro profundo con Dios. Representa el paso de una fe superficial a una relación diaria, íntima y constante con el Espíritu Santo. Es en Betel donde aprendemos que la fe no es un evento de domingo, sino una vida entera rendida a Él. Aquí se desarrolla una dependencia real de Dios.
3. Jericó – Lugar de Batallas
La fe que no enfrenta muros no puede crecer. Jericó fue la primera gran batalla del pueblo de Israel al entrar a la tierra prometida. Pero los muros no cayeron con espadas, sino por obediencia a instrucciones y fe inquebrantable. Tu Jericó puede ser una crisis financiera, una enfermedad, una relación rota… pero esos muros también caerán, si confías y obedeces.
4. Jordán – Lugar de Rendición Total
El Jordán simboliza el lugar donde muere el yo. Es donde Jesús fue bautizado y donde Naamán fue sanado al sumergirse. Aquí aprendemos a rendir nuestro razonamiento, nuestros planes, todo lo que somos.Como dice Gálatas 2:20:“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, más vive Cristo en mí.”
Cruzamos el Jordán cuando dejamos de buscar a Dios solo por lo que puede hacer, y comenzamos a buscarlo por quien Él es.
Después del Jordán, viene la recompensa. Eliseo pidió una doble porción del espíritu de Elías. Esto no se trata de recibir “más poder”, sino de recibir una herencia espiritual completa, como primogénito. La recompensa de una fe procesada no es solo bendición, sino una unción fresca, autoridad espiritual, y una fe inquebrantable.
Amado hermano, hermana: no tires la toalla. El proceso de la fe es como el entrenamiento de un atleta. Es duro, es largo, es incómodo… pero es necesario. Jesús le dijo a Pedro: He orado para que tu fe no falte. Dios está haciendo lo mismo contigo. Tu fe es más preciosa que el oro, y aunque esté siendo probada por fuego, producirá gloria, honra y alabanzacuando Jesucristo se manifieste (1 Pedro 1:7). Sigue creyendo. Sigue obedeciendo. Sigue caminando. La recompensa viene en camino.
Señor, gracias por comenzar tu obra en mí. Aunque el proceso a veces duela, confío en que estás formando en mí una fe firme, madura y resistente. Enséñame a no rendirme en medio de la batalla, a buscarte en la intimidad, a obedecer cuando no entiendo, y a rendirme completamente a ti. Hoy decido seguirte de Gilgal a Betel, de Jericó al Jordán, y recibir lo que tienes preparado para mí. Amén.
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